Guillermo Vilas y la Copa Davis en la Argentina: lágrimas en la catedral
#109. Comenzó a jugarla en 1970 y terminó en 1984, con récord de 57 victorias
• Una de las veintitrés victorias de Guillermo Vilas en “la catedral” del tenis argentino, el Buenos Aires Lawn Tennis Club, en 1977.
Artículo #109
Por Eduardo Puppo
Los cimientos del court central del Buenos Aires Lawn Tennis Club jamás dejarán de vibrar por los temblores de momentos dorados, provocados por una zurda tan mágica como violenta, aquella que moldeara el histórico profesor Felipe Locícero en las gélidas y ventosas mañanas del Club Náutico Mar del Plata. El mismo brazo que buscó, incansablemente, ganarle la pulseada al por entonces raro mundo de los efectos hasta conseguirlo: Guillermo Vilas no solo llegó a ser considerado el mejor jugador del mundo y ser el obvio gestor de un movimiento popular pocas veces visto en la historia de un deporte, también abrió el juego al gran público a través de sus victorias en la competencia emblemática del tenis, la Copa Davis.
• Vilas (primero de la derecha) en la ceremonia inaugural de la serie Argentina vs. Ecuador en 1973: ganó sus dos singles y el doble junto a Ricardo Cano.
Cuando las series se disputaban en su tierra, Vilas era invencible, gigantesco, casi sobrenatural. Él inició el gran romance entre la gente y el trofeo impuesto por el estadounidense Dwigth Davis en 1900, y gracias a sus triunfos quedaron grabados, para siempre, cada uno de aquellos fines de semana asombrosos. Pasó la delgada línea que separa a los buenos campeones de los superastros, y volcó toda su entrega en cada emparejamiento con los seleccionados más encumbrados. Como él mismo la catalogó:
“La Copa Davis siempre fue mi meta, y muchas veces la sufrí también como mi pesadilla”.
Lo convocaron por primera vez en 1969 para integrar el equipo que se midió con Chile en Santiago, pero no llegó a ser titular ya que otros dos jugadores poseían mayores méritos deportivos que él: Eduardo Soriano y Julián Ganzábal. El sueño del debut tuvo que esperar, pero no demasiado, menos de un año. El destino marcó que los trasandinos fueran otra vez sus rivales y allí sí, con su corte de cabello bien corto y todas las ganas, puso en marcha su era en la Davis con una derrota, frente a Patricio Cornejo, en cinco sets. A los dos días se recuperó y aportó uno de los puntos al vencer nada menos que al número uno chileno, Jaime Fillol. Fue el viernes 20 de marzo de 1970 y Vilas tenía 17 años y 215 días de edad, lo que lo convirtió en el tenista argentino más joven en jugar la Copa Davis hasta ese momento.
• Final del partido contra el británico Richard Lewis en el Buenos Aires LTC, en las semifinales mundiales de 1981.
Desde ese día tan especial para él, solo faltó de manera esporádica, como cuando su presencia no era fundamental para pasar de rueda y bastó con quienes le seguían en el ranking nacional. Desde ese tímido 1970 hasta el cierre de su ciclo en la Copa Davis, en 1984, el saldo es para asombrarse: rozó el 82% de efectividad en singles y cerca del 50% en dobles. Perdió nada más que diez encuentros individuales en catorce años de participación, con seis jugadores diferentes: los chilenos Patricio Cornejo y Hans Gildemeister, el estadounidense John McEnroe, el checo Ivan Lendl y el alemán Michael Westphal, ya en pleno retiro del argentino del circuito mayor.
• Contra el estadounidense Brian Gottfried en abril de 1977: Vilas le ganó por 6-4, 6-0 y 6-2 y el seleccionado argentino obtuvo la Zona Americana.
Gracias a Vilas, la gente común no relacionada con el tenis o con el deporte en general comenzó a vivir la Copa Davis en lo cotidiano. Miles y miles de personas siguieron cada serie de manera presencial y millones desde sus casas por televisión o radio. Disfrutaban ver como Vilas aniquilaba rivales en el polvo de ladrillo del Buenos Aires. En esto, Vilas tiene un concepto formado: “Las entradas para ver la Copa Davis se vendían únicamente en los clubes afiliados a la Asociación, de esa forma, alguien que no jugaba al tenis no podía comprarlas. Yo quería que cualquiera tuviera acceso al tenis, entonces, un año, les dije a los dirigentes que si no ponían un sector en el Buenos Aires donde la gente pudiera ir y conseguir una entrada, yo no jugaba. Tardaron, pero finalmente hicieron una pequeña puerta donde estaba la canchita de fútbol, atrás del estadio, para ingresar y adquirir el ticket. Eso no me lo perdonaron nunca, porque quise que el tenis fuera popular”, aseguró.
• En la Final Interzonas de 1980 el equipo argentino venció al estadounidense por 4-1: en la foto, la victoria de Vilas contra John McEnroe en cinco sets.
Es totalmente improbable que olvidemos sus dos victorias sobre uno de los mejores del mundo en los ochenta, el estadounidense John McEnroe. Simplemente, fueron dos obras de arte. Primero, en el inicio de aquella década, por 6-2, 4-6, 6-3, 2-6 y 6-4 (Argentina ganó 4-1), luego, en 1983, por 6-4, 6-0 y 6-1 (serie ganada por 3-2), en el que fue considerado por el mismísimo Vilas como uno de los mejores partidos de su vida. Fue una tarde donde el argentino no explotó por el triunfo, como tres años antes: se acercó serio a la red y respetuosamente le dio la mano a Supermac, para dejar en claro que ya era suficiente con semejante resultado como para ridiculizarlo festejándole en la cara y en forma exagerada.
• Semifinales mundiales 1981, Argentina vs. Gran Bretaña: Vilas y José Luis Clerc ganaron el doble y el seleccionado llegó a su primera final de la historia.
En medio de esas dos sublimes demostraciones, Vilas fue coprotagonista del primer instante supremo del tenis argentino en la Copa Davis. En octubre de 1981, el Buenos Aires fue testigo del paso más extenso dado hasta aquella fecha: el 5 a 0 contra Gran Bretaña selló el pasaporte a la definición que, un mes más tarde, se llevó a cabo contra los Estados Unidos. Pese a algunas diferencias personales entre Vilas y José Luis Clerc, el sábado 3 de octubre fue la bisagra que permitió creer en cosas mayores y que colocó la palabra “Argentina” en todos los libros de este deporte. Es más, aun sin llevarse bien, el fin era tan claro –ganar el título– que aquel día, exactamente a las 14.12, segundos antes de comenzar el doble contra los ingleses, “Willy” y “Batata” fundieron sus cuerpos en medio de la central, después de corresponder el pedido a gritos de la gente: “¡Que se abracen! ¡Que se abracen!”, imploraban las miles de gargantas. Y allí todos se dieron cuenta de que las diferencias personales no entorpecerían el gran objetivo.
• Explosión de espectadores en el Buenos Aires Lawn Tennis Club: Vilas venció al estadounidense Dick Stockton y le dio el punto de la victoria al equipo.
Ambos se plantaron en la final mundial y las condiciones no eran ideales: como visitantes, en carpeta y contra los líderes del mundo en singles y dobles. Si a priori todo indicaba que en el Riverfront Coliseum de Cincinnati las chances eran pocas, la hazaña estuvo al alcance de una zurda y una diestra que no le temían a nadie. Pero juntos cayeron contra McEnroe y Fleming (los Nº 1 por duplas) en casi cinco horas y cinco sets, luego de no lograr concretar una ventaja de 7-6 y el servicio en el quinto set (no había tie-break en esa instancia). Los estadounidenses tuvieron que apelar no solo a su artillería técnica. sino a la descortesía de McEnroe, quien se cansó de inventar desplantes para ganar tiempo, insultar a sus rivales, a fotógrafos y hasta a su propio capitán, el hoy desaparecido Arthur Ashe. Ante 12.000 personas se fue ese punto crucial; luego Clerc no pudo con “Big Mac”, después de otra descomunal batalla de cinco capítulos.
El 26 de febrero de 1984, en Stuttgart, Vilas disputó su último partido de Copa Davis al enfrentar al alemán Westphal, pero la historia ya estaba escrita. No le quedó un sabor dulce, según aseguró con los años, y muchas veces dijo: “A la Davis la pinté de negro”, graficando que deseaba borrar sus recuerdos al respecto, algo que es de su patrimonio exclusivo hacerlo.
• Vilas y el capitán Oscar Furlong en un cambio de lado en 1977.
Es interesante reproducir una respuesta que le dio al periodista Juan José Moro sobre la finalísima de 1981: “El mejor recuerdo que tengo es cuando terminamos de jugar, en la ducha. Me quedé hablando con Harry Hopman y abrimos todas las canillas de agua caliente para que se empañaran los azulejos y, en ellos, el gran maestro dibujó una cancha de tenis y me hablaba de tenis, de mi servicio... Fue lo más lindo que tuvo esa final para mí, porque en mi interior, el fuego sagrado que sentía se había apagado con una solicitada”, dijo, en obvia alusión a lo ocurrido en aquellas controvertidas semifinales de 1980 contra Checoslovaquia. El día previo al inicio, una porción de gente relacionada con el tenis publicó una solicitada en contra de Vilas y Clerc, defendiendo la posición del presidente de la AAT, el Dr. Horacio Billoch Caride.
Cada temporada se renuevan aquellos mojones ineludibles, porque el legado de Vilas tuvo un principio pero no podrá tener un cierre. Con él, el tenis argentino consiguió su mayoría de edad, él es el referente, se mire por donde se lo mire,él, en definitiva, les enseñó a los argentinos cómo amar a la preciosa copa de plata que a una mente brillante, en 1900, se le ocurrió poner en juego para desvelo de los grandes campeones de tenis.
• El smash de Vilas frente al chileno Patricio Cornejo en la serie Argentina-Chile de 1977, por las semifinales de la Zona Americana.
Davis Cup Award of Excellence
En 2008 la Federación Internacional de Tenis le entregó a Guillermo Vilas el “Davis Cup Award of Excellence”. El acto se realizó durante la final de Copa Davis en Mar del Plata. Lo recibió del presidente de la ITF, Francesco Ricci Bitti, el español Manuel Santana, el francés Pierre Darmon y el australiano Neale Fraser. El Galardón de Excelencia de la Copa Davis, inaugurado por el Salón de la Fama del Tenis y la Federación Internacional de Tenis en 2001, es otorgado a un tenista de Copa Davis –actual o del pasado– que represente los ideales y el espíritu de la competición del país o región donde la final es celebrada.
Ver: los número de Vilas en la Copa Davis
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